Estos días han sido importantes, tristes, pero importantes. Estábamos todos, delante tuyo, intentando adivinar si tu ojos yertos gemían de algún modo, si descansabas, si te ibas o te quedabas. Tengo el consuelo que sé que era ahora, pero habrá cosas de tu vida que no podremos llegar a entender. Para lo bueno y para lo malo, eras (sobretodo) más abuela que madre; aunque la ignorancia de mis recuerdos sea sólo capaz de revivir momentos presentes. Nuestro culto a la muerte, frío y calculado, en salas de cristales que observan los cuerpos hieráticos como a través de pantallas (intocables y inasequibles); en un museo de historia natural, naturalezas muertas. Al fin y al cabo ya habías dejado de existir.
Nos hablaron de un futuro, que no consolaba ni entendía, y nos dijeron que dejáramos de tener en cuenta el pasado. Pero es el recuerdo lo único que permanece de forma horizontal a través del tiempo, es esa energía la que nos has dejado y el recuerdo, tu recuerdo más que nada, será lo único que tendremos para retenerte a nuestro lado. No, nunca estaremos preparados para nada de esto, aunque fuera tu momento.
(a Juliana)
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